La culpa será del Dortmund
“Si 80.000 personas vienen cada dos semanas
al estadio y en el campo se juega un fútbol aburrido, una de las dos partes, el
equipo o los fans, tendrá que buscarse un nuevo estadio”.
Las anteriores son palabras de Jürgen
Klopp, actual técnico del Borussia Dortmund -equipo sensación de la temporada-, en una entrevista reciente. Quise escribir este post ahora, en febrero, cuando desconocemos
cuáles serán los resultados del equipo amarillo y negro al final de este curso. Me refiero que el Dortmund, en mayo, podría no haber ganado ningún título: en la Champions juega el Barcelona y en la Bundesliga el Bayern está
atornillado al primer lugar. Aclaración necesaria para garantizar que lo que
viene no es una de tantas trepadas arribistas al bus de la victoria.
El anterior post de este blog versó sobre
los beneficios que recibirá el Bayern con la llegada de Guardiola. Pero si
miramos el conjunto del fútbol teutón, veremos que el atractivo de la próxima
liga alemana está sostenido en gran parte en lo que es hoy por hoy el Borussia
Dortmund. El equipo de Klopp está constituido fundamentalmente por jóvenes talentosos
carentes de todo temor a desafiar a cualquier rival. Lo vimos ya en el Bernabéu
y en la cancha del Manchester City. Estos imberbes cracks se constituyen entonces en la mejor de las pruebas posibles para un
equipo bávaro que el próximo año tendrá que ganar todo para no ser considerado
fracasado.
Pero más allá de cualquier cosa, lo que
enamora de este Borussia es su mentalidad, reflejada en las palabras citadas al
inicio. Es éste un equipo que tiene como principio que el fútbol es para
divertirse y para divertir. Esa regla de conducta, tan olvidada en el fútbol
del resultado a toda costa, ha derivado en que el Signal Iduna Park sea uno de
los estadios con mejores promedios de asistencia en los últimos años (efectivamente, es raro verlo con menos de 80 mil asistentes). Lo que
podría significar una presión mayor –más ojos encima, más gargantas dispuestas
a recordarte a tu madre- el Dortmund lo convierte en un aliciente para jugar
mejor. Ganar jugando feo es robarle parte de la boleta al espectador. Ese romanticismo
que el fútbol tantas veces castiga con pobres números –Arsenal de Inglaterra, los equipos de
Bielsa- en el norte de Westfalia ha sido premiado con creces.
Es por eso que si la Bundesliga se
convierte en los próximos años en la mejor del mundo, hay que recordar que los
primeros responsables fueron los muchachos de Klopp. La llegada de Guardiola es
una gran jugada del Bayern, pero no olvidemos nunca que lo de Munchën es tan
solo una respuesta, porque en Dortmund hace rato habían tomado la iniciativa.
¡Qué empiece ya la próxima Bundesliga!
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