Terminó la agonía; el muerto...ya se murió

Ahora sí. El muerto oficialmente lo está. Lo que todos temíamos afirmar como algo definitivo, ahora no se puede negar. Colombia ha quedado, por tercera vez consecutiva, fuera de la máxima competición del futbol mundial. Pero no fue sólo el hecho de la eliminación, fue la tristeza y la decepción de ver en el partido contra Chile el reflejo más fiel de lo que fue la Eliminatoria para la Selección colombiana. Un inicio lleno de ilusión, unos primeros minutos en los que la esperanza se resistía a irse, un primer gol que sirvió para crear un último espejismo, y un final lleno de miedos, de fantasmas, de incertidumbre, de incapacidad y de improvisación. En pocas palabras, una explicación de porqué Chile merece ir al Mundial y Colombia no. Los chilenos fueron todo ímpetu, velocidad, claridad y efectividad. Fueron, en resumen, la definición perfecta de lo que es un equipo con sangre fría. Ilusionaron al rival, dejaron que se entretuviera con el balón un rato, le dieron un gol de ventaja, y en el momento justo…cual experimentado verdugo, sacaron la espada, la clavaron en el punto mortal y terminaron la historia, devolviéndonos a la realidad. La realidad cruda que marca que Colombia no estará nuevamente entre los 32 privilegiados que ondearán su bandera en Suráfrica.

En un momento como este, es típico que comiencen a aparecer los análisis de porqué Colombia no va al Mundial. Pero la verdad es que es difícil ya encontrar una explicación certera de qué pasa con nuestra Selección, porque lo que aquí se diga podría ser exactamente lo mismo que en las dos anteriores eliminaciones, y aún así el mal sigue sin ser erradicado. Lo que más preocupa de todo esto es que de las tres eliminatorias jugadas en esta década, cada una fue peor estadísticamente que la inmediatamente anterior, y por consiguiente, la de Suráfrica fue la más lamentable de todas. ¿Culpables? Todos. Desde la Federación hasta los jugadores, pasando por el cuerpo técnico. Detengámonos un poco en cada uno.