Me basta con que sea Falcao




Carles Puyol comenzó a saltar como un niño haciendo pataleta cuando no le compran el juguete que quiere. Empezó a recriminarse a sí mismo y miró con cierto recelo a sus compañeros. Era la frustración de saber que no pudo evitar lo que tanto temía. Ese delantero que le habían encargado perseguir había anotado. Había corrido como una fiera endemoniada, y cuando tuvo a la presa en frente, levantó el balón sutilmente con su garra. El Tigre había rugido en el Camp Nou y Tarzán no había logrado cazarlo.

Fue tan solo una acometida más. Una de tantas noches épicas que nos ha regalado Radamel Falcao García en los últimos años.

Desde hace un tiempo para acá ha comenzado la discusión sobre si Falcao es el mejor jugador de la historia de Colombia o no. Este tema, como tantos otros en el fútbol, ha dado para dividir a la opinión general. Unos, casi todos de la vieja guardia, insisten en que jugadores como Faustino Asprilla, Adolfo Valencia y Willington Ortiz eran más rápidos, más habilidosos y no sé qué más cosas. Incluso, un periodista al que aprecio mucho, se aventuró a decir que Falcao no era digno ni siquiera de amarrarle a estos tres los cordones de los guayos. Yo, cada vez que me acuerdo de ese comentario, me indigno como si me hubieran mentado la madre.

Para mí, Falcao es y será siempre, a menos que algo extraordinario ocurra, el mejor futbolista colombiano de todos los tiempos. Por encima de Valderrama, de Willington, de todos ellos. Porque yo no estoy hablando del más rápido, del más habilidoso, del más gambeteador. Estoy hablando del mejor futbolista, de un concepto global.  Y por más que haya otros jugadores que hayan tenido una destreza concreta mejor desarrollada que Falcao, ninguno es como él.

Para fortuna mía, me encontré este espectacular texto del escritor argentino Eduardo Sacheri, el mejor columnista que tiene la Revista El Gráfico en la actualidad (acá el link). En ella habla sobre la eterna comparación entre Messi y Maradona. Una pieza periodística y literaria de primer nivel, que además terminó de resolver todas mis dudas en este debate interno sobre el mejor futbolista del país.

Gracias a Sacheri, descubrí que la solución al problema no está en quién hizo tal o cual cosa. La discusión simplemente no ha lugar, porque Falcao no tiene la culpa de que Valderrama haya jugado tres mundiales, de que Asprilla fuera habilidoso o de que Willington fuera la estrella de una década remota. Falcao, en cambio, sí tiene la culpa por haber sido ídolo en River, por haber ganado todo con el Porto, por haber devuelto al Atlético de Madrid al primer plano europeo. También es responsable de que los colombianos hayamos vuelto a soñar con el Mundial. Los demás jugadores habrán sido tan buenos como quieran, pero ninguno, ni siquiera Asprilla, llegó a ocupar el lugar de privilegio que tiene Radamel entre la afición y la prensa europea. Es uno de los mejores jugadores del mundo y está en camino a ser una leyenda.

Por eso, más allá de cualquier argumento, el Tigre será siempre para mí el mejor futbolista colombiano de todos los tiempos. Los demás podrán ser tan habilidosos como quieran, pero Falcao siempre será Falcao. Y para mí eso es más que suficiente. 

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