De fútbol rationis y otras cuestiones


De unas semanas para acá he discutido continuamente con un amigo filósofo, poco aficionado al deporte, sobre la racionalidad de la afición al fútbol. Según él, no existe ningún motivo o explicación a la que se pueda aludir para dar cuenta de por qué la gente se interesa tanto por un montón de tipos que no tienen nada que ver con uno. Que si ganan o empatan o pierden, la vida sigue y a uno eso no le quita ni le pone. Al día siguiente habrá que trabajar, y todo seguirá igual, termina el amigo. Y no hay poder humano que haga mover un centímetro ese pensamiento hacia cualquier otra dirección.

He estado pensando mucho sobre qué responderle a esta persona, siendo que hasta ahora no ha sido posible convencerlo de las razones por las cuales mi estado emocional del fin de semana está condicionado por el resultado de mi equipo o sobre por qué espero con tantas ansias ver saltar a la cancha los colores de esa camiseta.

Hasta ahora lo único que se me ocurre es pensar que muchas de las cosas que pasan en la vida y que realmente son importantes no necesitan una explicación demasiado racional. Imagínense a un novio que va donde el suegro a pedirle la mano de su hija y el señor le contesta: “¿cuáles son las causas finales o eficientes –para seguir usando la terminología filosófica- por las cuales usted pretende pasar el resto de su vida con mi hija?” De verdad no creo que el pobre enamorado tenga demasiados argumentos a la mano para responder a tan racional pregunta.

El fútbol y el deporte en general son fenómenos profundamente humanos. Y por eso creo que sólo puede dar una explicación de tal afición aquel que pueda explicar al hombre mismo –pocos lo han logrado, diría yo-. Que millones de personas de tantas épocas, de todas las razas, de todas las culturas, de todos los niveles intelectuales y sociales coincidan de la manera tan unánime que lo hacen en su pasión por el fútbol no me parece una vulgar coincidencia. Algo habrá de fondo allí.

Lo que realmente me molesta de todo esto es la actitud altiva que asumen algunos que no son aficionados al fútbol y piensan que por eso ya son unos intelectuales de primera (no lo digo por mi amigo filósofo, dicho sea de paso). Los que defienden la posición anti-fútbol suelen asumir aires pseudocientíficos pretendiendo hacer ver que los que vibramos con el deporte somos una parranda de simios. Creo que cometen un grave error, porque están negándose a la posibilidad de entender un poco más al hombre. Porque si bien es cierto que el fútbol muchas veces saca lo peor de las personas (quien escribe se pone al primero en esta lista), también está demostrado que puede hacer mucho bien y lograr cambios sociales profundos. Son muchas las instituciones a lo largo del mundo que han logrado transmitir esperanza y realizar sueños a través de un balón. Somos muchos los que hemos aprendido gracias al fútbol que al frente hay un igual, no un enemigo. Son muchos los que fuera del fútbol nunca habrían encontrado otra fuente de felicidad. (Y sí: felicidad).

En fin, puede que estos comentarios no hayan sido en exceso intelectuales. Lo único que quiero es dejar en claro que el fútbol no es una quimera, un pasional producto de la imaginación que necesita ser rellenada los fines de semana. Quien piense así tendría que preguntarse dos veces si se entiende a sí mismo y si entiende el mundo que lo rodea. Porque razones para amar el fútbol existen tantas como aficionados a este deporte.


Comentarios

indagar ha dicho que…
Tal vez sólo es un tipo de afición en el que uno tiene que estar pendiente de resultados, y por eso el compromiso emocional.
Y tiene usted razón en que la afición como tal sólo la puede entender o juzgar del todo el que es hincha. Sin embargo, eso no obsta para que ciertos actos puedan ser considerados desde fuera como irracionales.
Saludos.
Luis Felipe Naranjo ha dicho que…
Hasta la fecha no he conocido ningún pseudocientífico que me haya cuestionado mi ir/racionalidad por el amor al deporte. Sólo le puedo decir que aquello del fútbol va estrechamente ligado a lo emocional y por eso no necesita una razón de ser.

Por otro lado, yo también he tenido fines de semana felices y amargos, a causa del fútbol.
Luis Felipe Naranjo ha dicho que…
Hasta la fecha no he conocido a ningún pseudocientífico que haya cuestionado mi ir/racionalidad por el amor al deporte. Sin embargo, me parece irracional cuestionar la inteligencia de alguien por apelar a algo tan humano como son las emociones.

Por otro lado, yo también he tenido fines de semana amargos y felices a causa del fútbol.
Luis Felipe Naranjo Duplat ha dicho que…
Hasta la fecha no he conocido a ningún pseudocientífico que haya cuestionado mi ir/racionalidad por el amor al deporte. Sin embargo, me parece irracional cuestionar la inteligencia de alguien por apelar a algo tan humano como son las emociones.

Por otro lado, yo también he tenido fines de semana amargos y felices a causa del fútbol.

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