Platini y el Fair Play financiero: otra jugada de crack

El mercado del fútbol no da espera: la temporada 2010/2011 no había terminado y ya muchos equipos habían comprado a los jugadores que querían tener en sus plantillas el próximo curso. Real Madrid invirtió cerca de 60 millones en jugadores, Milan otro tanto. Si a eso le sumamos lo gastado por el Barcelona, el Manchester City y el Chelsea el pasado invierno, obtendríamos una cifra increíble de dinero gastado en jugadores este año. Pero se da el caso de que algunos equipos no han pagado a tiempo sus plantillas, y varias ligas han sido amenazadas durante los últimos años con irse a una huelga. Para evitar que esta situación se siga repitiendo, Michel Platini, presidente de la Uefa, propuso la mejor solución para esta problemática tan seria: el Fair Play financiero, una ley que obligará a los equipos a no gastar más de lo que devengan.

El Fair Play financiero no es una opción. Tiene que convertirse en una realidad si se pretende que el fútbol sobreviva a la tremenda crisis económica en la que está sumido. Esta ley es necesaria para garantizar la liquidez económica de los equipos y para mantener el equilibrio deportivo necesario para hacer atractivo el espectáculo. Por ejemplo, España se ha convertido en un duopolio en el que de los 20 equipos sólo pueden ganar 2. De los restantes, muchos sufren para pagar sus nóminas, y otros no tienen otra opción que ser vendidos a jeques árabes, como el caso del Málaga o el Betis. Según la UEFA, si los equipos continúan con sus gastos a este ritmo, en dos años éstos pueden convertirse en insostenibles. Y el resultado, obviamente, afectará a los equipos que cuentan con menos recursos, que al ser excluidos de la élite deportiva lo estarán siendo de sus únicas formas de sustento, en concreto de los patrocinios, los cuales dependen del interés que genere las escuadras hacia unas audiencias determinadas, todo en función del rendimiento deportivo de los mismos. Queda claro entonces que si no se implementa el Fair Play financiero, el fútbol puede reventar como economía y quedar condenado a la desaparición.

Aparte de garantizar el equilibrio económico y deportivo, la nueva ley puede potenciar dos audiencias críticas del negocio que muchas veces pasan desapercibidas: los jugadores juveniles y los hinchas. Al no poder invertir tanto dinero en estrellas, los equipos tendrán que mirar hacia sus canteras. Porque otra ventaja de la ley es que no recortará presupuesto en ese ítem. Así se pueden descubrir nuevos talentos, apoyar a la juventud y además ser más amables con las cajas de los clubes. Al mismo tiempo, los hinchas pueden verse estimulados a involucrarse más con sus equipos, ante la posibilidad de convertirse en accionistas de las instituciones deportivas o de colaborar de alguna otra forma para que las finanzas se vean saneadas. Pasa con los equipos denominados “grandes” de España –léase Real Madrid y Barcelona- y está comenzando a sacar de sus crisis a equipos colombianos como Millonarios y América.

Aún así, esta nueva ley no es perfecta. La principal objeción hacia ella la plantean los periodistas Alejandro Pino y Hernán Orjuela, al hacer ver que este deporte funciona con una lógica de libre mercado en la que es imposible establecer algún tipo de restricción. Orjuela hace ver que “será imposible montar el denominado Fair Play financiero porque iría contra las leyes del libre mercado”. Por su parte, Pino comparte parcialmente esta visión, porque según él, “el fútbol vive en un mundo propio que es antidemocrático y absolutamente capitalista. Y el capitalismo, como nos lo han demostrado las crisis recientes en Wall Street, cada tanto necesita auto regularse para fluir. Como lo escribió Marx, `el capitalismo sólo puede avanzar por un camino plagado de contradicciones´, y en este caso la contradicción de obligar a los clubes a controlar sus gastos se hace por el bien del negocio”. Además de romper las reglas del mercado, la nueva ley también podría llevar a que los equipos dejen de fichar estrellas y los hinchas pierdan el interés por ir al estadio. Si se diera ese caso, las productoras de televisión podrían también replantearse la posibilidad de seguir transmitiendo los partidos, haciendo que los equipos perdieran una fuente de ingresos importante. Si se viera todo esto en conjunto, incluso se podría llegar a pensar en que los clubes grandes se verían tentados a no someterse a las nuevas leyes y crear “ligas paralelas”, como pudo ocurrir hace un par de años con la fórmula 1, y que por lo tanto la aplicación de la norma se tornaría en inviable.

Sin embargo, no es claro que los puntos anteriormente mencionados vayan a verse realmente afectados por el Fair Play financiero. Esta medida no busca de ninguna manera restringir las barreras del fútbol, al contrario, está claro que esto es lo último que quieren los jeques del fútbol (pregúntenle a Blatter y a los qataríes). Tampoco pretende que las televisoras dejen de interesarse en la transmisión del deporte rey (ésta es una de las principales fuentes de financiación del fútbol). Además, si la objeción fuera que los equipos son libres de hacer con su plata lo que les dé la gana y que una restricción es violarles los derechos, habría que preguntarles que dónde están los derechos de los jugadores que no reciben el pago por su trabajo. Antes que nada, el fútbol necesita de sus equipos. Por lo tanto, hay que hacer todo lo posible para que sobrevivan. Además, no sólo de los fichajes dependen las audiencias televisivas, el espectáculo es necesario, pero para que éste se dé tiene que haber un nivel balanceado que haga entretenida la competición. Tampoco se concibe que mientras hay pocos ganando millones, haya cientos de jugadores que se queden sin recibir la justa recompensa por su trabajo porque su equipo hizo mal uso de los recursos gastando mucho en un jugador. Es por eso que decididamente la instauración de la ley es necesaria para mantener la justicia en el fútbol y garantizar el entretenimiento.

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