Dime cómo gritas y te diré quién eres




La vida puede llegar a ofrecer muchas sensaciones satisfactorias. Una bastante curiosa es esa que se da en el interior cuando uno piensa que tiene una teoría revolucionaria que va a cambiar el mundo, pero luego se da cuenta de que hay alguien que lo había pensado antes. Después de la decepción inicial por saber que no eres el próximo Isaac Newton, queda el consuelo de que por lo menos pensaste algo útil –por lo menos para ti- siquiera una vez en tu existencia.

Eso me pasó hace pocos días, cuando leí una entrevista que le hicieron a mi jugador uruguayo favorito, Edinson Cavani. Ya sé que no es ningún Newton, pero por lo menos tiene autoridad cuando de hablar de fútbol se trata. En esa pieza periodística, Il Matador afirmaba que la mejor forma de conocer a un delantero es observar la manera en que celebra los goles. No hay que mirar sus fintas, sus definiciones, sus saltos. Hay que verlo gritando cuando logra anotar. Es ahí donde se conoce al delantero en su más pura esencia.

Cuando leí a Cavani sentí una rara sensación de alegría, porque esa afirmación del jugador charrúa coincidía con una creencia que he tenido desde siempre, y es que basta mirar a un delantero cuando celebra para saber su condición personal y profesional. Esto fundamentalmente se debe a que el gol es el momento más bello del fútbol, el instante por el que todos y cada uno vibramos, la razón de ser de este deporte. Por eso anotar un gol te desnuda el alma, porque ver el balón inflar la red toca las fibras más esenciales de tu ser.  En ese sentido, los delanteros son raros especímenes que tienen el exclusivo privilegio de encontrarse con este anhelo de todos con más frecuencia que cualquier otra persona. Podría decirse que los delanteros son los opulentos del fútbol, esos escogidos por el destino para tener todo lo que los demás queremos. Y eso, como en la vida, puede recibirse de muchas maneras. Unos lo hacen con soberbia, otros con desdén, y otros, sabiéndose lo que son: privilegiados que deben tener un agradecimiento constante.

 Gritar un gol apasionadamente tiene muchas implicaciones. Pero la principal de ellas, a mi entender, es la conexión que establece entre jugador y afición. Un hincha que vea a un delantero desgañitándose de emoción luego de apuntarle una rayita al marcador, inmediatamente se siente identificado con él. Lo siente como suyo. Porque el hincha sabe que el gol es tan suyo como del delantero, y espera que éste tenga la decencia de compartir. Cuando lo hace, el hincha lo agradece eternamente y el delantero pasa a ser para él casi como un hermano, un compinche, un compañero de la vida que sabe cuál es su papel en el mundo. En cambio, el delantero sobrador nunca dejará de ser un extraño. Ese que  no corre, ese que cuando anota piensa en la cámara y no en la tribuna, ese que siente el gol como exclusivamente suyo, ése nunca dejará de ser ajeno a nosotros, por muchos goles que anote.

Un ejemplo de lo dicho siempre será para mí Filippo Inzaghi. Un delantero de área, sin mucha técnica, pero con un olfato tremendo que siempre lo llevaba a anotar goles importantes. Pippo, como lo llamaban cariñosamente, debe ser uno de los jugadores más amados por los hinchas del Milan en toda su historia. El tema es que ese cariño no se lo ganaron sus más de 100 goles con las rayas rojas y negras al pecho. Ese amor afición-futbolista se engendró a partir de la pasión con la que Inzaghi gritaba sus goles. Daba igual si era al Catania o a la Juventus, si era el primer partido del año o la final de la Champions. Pippo siempre gritaba como si su vida dependiera de ello. 
Otro ejemplo de ello es Falcao García, quien más de una vez ha afirmado que Inzaghi siempre fue uno de sus referentes, y eso se nota en cada uno de sus goles. Yo siempre he pensado que el fútbol le está dando tanto a Falcao simplemente porque es un agradecido de la vida. Es raro ver a una megaestrella del fútbol mundial gritando goles como lo hace el Tigre. Eso, más que las cifras, lo ha llevado a ser un ídolo indiscutido de River, Porto, Atlético de Madrid y de todos los colombianos.

Por jugadores como éstos es que pienso que los delanteros que están destinados a triunfar son los que gritan los goles con el alma. Los que son tan legítimos como cuando jugaban en el barrio, y cada gol para ellos es un sueño cumplido. Esos son los jugadores que nos hacen amar el fútbol, garantía perenne de que mientras ellos estén, el deporte más hermoso del mundo seguirá existiendo.

Comentarios

Entradas populares