Hablar de la Selección no vale la pena


No me quiero quemar hablando de lo que ya todos sabemos, y que además sufrimos: que Colombia se comportó en estos dos partidos como un equipo de fútbol aficionado. Que el equipo no supo qué hacer con la ventaja en el marcador, que Leonel se confundió y mucho a la hora de meterle la mano al partido, que en tres partidos jugados el equipo ha dejado de correr de repente en el minuto 70, y que a nuestros delanteros les pesa demasiado la responsabilidad de meter un gol cuando es un país el que espera para lanzar ese anhelado grito que siempre termina ahogado por su mala puntería.

Eso lo sabemos de antemano, pero creo que quedan algunos puntos para reflexionar, sobre todo porque el Mundial está muy lejano aún en el tiempo. Pero también, para nosotros, futbolísticamente. Y si en estos seis meses de espera hasta el duelo con Perú no rectificamos el camino, no habrá vuelta de hoja y el resultado puede ser tan decepcionante como en las tres anteriores eliminatorias.

Hablar de los jugadores no vale la pena. Primero porque tendríamos que decir lo mismo de siempre: 1) Que los delanteros botan goles increíbles. 2) Que los defensas regalan goles increíbles. 3) Que el medio campo está lleno de jugadores comunes y corrientes, en palabras del gran Sensei del fútbol Gustavo Bolívar (que no le vuelvan a permitir hablarle a la prensa, ¡por el amor de Dios!). Y segundo, no vale la pena hablar de los jugadores porque, como dice el lenguaje popular, es lo que hay. Por muchos berrinches que hagamos, los que llamó Leonel, salvo un par de ausentes como Giovanni Moreno y Víctor Montaño, son los jugadores que tenemos para afrontar la eliminatoria.

Hablar de Leonel es difícil, porque lo de esta semana fue desconcertante. El príncipe azul de La Paz se comportó en Barranquilla como lo que es: un principiante. Leonel no supo leer los partidos y gestionó muy mal la nómina. Evidentemente él no tiene la culpa de que Teófilo y Jackson boten goles al frente del arco o de que Perea y Yepes hagan todo lo posible para que el equipo rival empate, pero a él si le atañe la responsabilidad de dar el timonazo cuando sus jugadores no funcionan. Y eso fue lo que no vimos. Además, y más grave aún, es que dos jugadores como Gustavo Bolívar y Adrián Ramos, que no habían sido convocados inicialmente, terminaran jugando de titulares. ¿Para qué son los suplentes? Imagínense la desmotivación de un jugador que llega a la selección, ve a un compañero lesionarse, y cuando por ley natural sabe que le toca su turno, termina viendo cómo el entrenador se salta toda jerarquía y manda al campo a un futbolista que ni siquiera estaba en sus planes. La desmotivación debe ser enorme. Gravísimo yerro de Leonel, que ante todo tiene fama de motivador. Y si falla en lo que más sabe hacer, pues con lo demás pasará lo que pasó.

Finalmente, no sirve para nada hablar de los directivos. Ellos son los culpables de tanto fracaso. Todos, incluyéndolos a ellos, lo sabemos. Pero llevamos años y años en esta lucha y hasta ahora ellos no se inmutan. Bedoya y su combo siguen aferrados a sus puestos de buen sueldo, comisiones y muchos viajes. Y lo seguirán estando hasta que el cuerpo aguante.

Por eso hablar de la Selección no sirve para nada. Porque eso es lo que hemos hecho siempre y no hemos logrado nada. Ni siquiera llegar al repechaje. Por eso es hora de que se acaben las palabras y comiencen a llegar los goles. Pero para saber lo que nos depara el futuro no nos queda más que esperar con paciente incertidumbre el momento de volver a sufrir de nuevo.

Colofón: Solo estoy de acuerdo en que saquen a Álvarez si traen a Luiz Felipe Scolari o a Bielsa (cosas que no va a pasar). De resto, Martino o cualquier otro, que se queden en sus casas. Mejor Leonel conocido que argentino por conocer. Espero que lo de volver a traer a Bolillo solo haya sido un mal chiste. Porque de verdad no provoca ni risa.

Comentarios

Entradas populares