El Barça cada vez aburre más
Un monólogo. Esa es la única manera de describir el juego del Barcelona hoy por hoy. Ahora bien, hay monólogos que pasan a la historia por la genialidad que encierran (Segismundo en la Vida es Sueño), pero también los hay tan faltos de toda sal que ni siquiera merecen ser mencionados. Hoy en día, ver jugar al equipo de Guardiola implica una preparación sicológica ardua. Porque si bien es un deleite ver cómo Xavi, Iniesta, Messi (el orden en que debería haber sido entregado el Balón de Oro), Alves, Piqué, Villa y demás músicos de la sinfonía catalana hacen correr el balón con una maestría única en la historia del fútbol, obligando a sus rivales a correr desesperadamente detrás del esférico sabiendo que la única posibilidad que tienen de tocarlo es ir al fondo del arco a buscarlo, también es necesario anotar que verlo cada ocho días (o cada tres, según sea el caso) puede convertirse en algo verdaderamente desesperante. Porque son muchas las cosas buenas y que generan deleite, pero todo debe tener una medida. Por mucho que alguien guste de Shakespeare, Bach o cualquier otro artista que haya dado la historia, no creo que sea capaz de pasarse semanas enteras viendo la misma obra u oyendo la misma pieza (hasta llegar a sabérsela de memoria) sin plantearse por un momento la posibilidad de dejar de hacerlo. Y eso es lo me está empezando a pasar con el Barca. Porque sentarse a ver al campeón de España es saber que durante la próxima hora y media vas a ver lo mismo que viste la semana anterior.
Y la anterior. Y la anterior. Y el mes pasado. Y hace tres meses. Y desde que llegó Guardiola. Y por muy estético que sea, ¡Caramba, sí que aburre! Porque Pep ha convertido a este equipo en un máquina implacable de hacer fútbol, que se dedica a destrozar a cuanto rival se le pone por delante. Y lo único que le queda al aficionado es tratar de adivinar por cuánto va a ser la goleada, o intuir si Messi va a marcar dos, tres o cuatro. Porque de resto, el libreto ya está escrito. Y si uno se da a la tarea de ver al Barca seguido, tiene que hacer un gran esfuerzo por borrarlo de su cabeza antes de que comience el partido. Si no, corre el riesgo de aburrirse. Y en este caso -¡paradojas de la vida!- porque este equipo es demasiado bueno. Y es tan bueno que yo creo que ellos también se aburren. Por eso deciden perder de vez en cuando (Hércules, Betis) para poner un poco de perejil a la salsa. Yo, hasta ahora, sólo he podido dar con dos soluciones para salir del tedio: o verlos jugar cada tres meses; o beberme un buen antídoto antes del partido, como puede ser ver jugar al Inter de Milán. Sólo viendo esas muestras de anti fútbol puedo disfrutar de nuevo el juego del Barca. Como sólo leyendo a Saramago podría volver a deleitarme con Shakespeare, aunque ya lo hubiera leído millones de veces.
Comentarios
Reconozco la genialidad de Guardiola. ¿Cuántos técnicos con posibilidades no sueñan con tener a su equipo a la altura de los catalanes? Si fuera tan fácil poner a vacilar al Barca, ya lo habrían hecho. Además, esto no es sólo cuestión de ser el número uno. Me atrevo a decir que el signo $ suena más para ciertos directivos que, mientras tengan el bolsillo lleno, no pondrán obstáculos a Josep.
No obstante, los que apoyamos al Barca en sus contiendas, esperamos ser testigos de la evolución que todo grande lleva consigo a lo largo de su vida. Tendrá que llegar el momento en que el equipo cuestione su manera de jugar al fútbol. A fin de cuentas, esa es la ley de la vida: todo pasa.
Aparte de eso Messi es justo ganador del balon de oro no seas injusto que sin messi xavi e iniesta no harian nada.